Hacer negocios hoy en día es más complicado que hace una década. Una de las principales fuerzas que remodelan los negocios proviene de la creciente comprensión de que las acciones humanas impactan los ecosistemas, y no en el buen sentido. Según los meteorólogos, el mundo ha entrado en un período de 5 años de temperaturas ascendentes, impulsado por las continuas emisiones de gases de efecto invernadero que atrapan el calor y el regreso del patrón climático de “El Niño”. El calentamiento de los océanos, una caída récord de hielo marino en la Antártida y el aumento de las temperaturas de la superficie en el sur y el suroeste de los EE. UU., México y otros lugares son señales de un cambio en las preocupaciones ambientales que las empresas deben enfrentar.
Según el Foro Económico Mundial (WEF), el transporte, como sector, es el mayor contribuyente individual a las emisiones de gases de efecto invernadero en los EE. UU., con 28%. Con el comercio electrónico impulsando el crecimiento de las compras en línea y las expectativas de una entrega rápida a domicilio, este porcentaje solo aumentará.
Incluso cuando el cambio climático desafía a las empresas que dependen del transporte, muchas empresas siguen resistiéndose a invertir en soluciones de sostenibilidad. ¿Por qué? Una de las razones es la incertidumbre que rodea a las empresas, en forma de presiones inflacionarias, conflictos geopolíticos e interrupciones en la cadena de suministro global. En medio de esta ambigüedad, es difícil identificar los beneficios a largo plazo de contar con la (nueva) tecnología correcta e implementar las estrategias correctas de la cadena de suministro.
Pero también hay un conjunto de presiones compensatorias con las que las empresas tienen que lidiar. El comportamiento del consumidor, las regulaciones gubernamentales y los inversores exigen que las empresas reduzcan sus emisiones. El éxito financiero en el próximo cuarto de siglo requerirá que las empresas hagan su parte para minimizar su impacto ambiental.
Como industria, la logística puede desempeñar un papel importante en la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero, a través de un enfoque diferente y más inteligente para la gestión del transporte. El transporte verde, especialmente el transporte de superficie verde, puede ayudar por sí mismo y también puede representar una plataforma de lanzamiento para esfuerzos corporativos de sostenibilidad más amplios.
Mantener la logística fluyendo en un mundo de cambios.
Las empresas pueden comenzar su trabajo en logística verde tomando tres acciones sencillas:
- Documentar la producción de carbono (así como convertir otras emisiones en CO2e). Miles de calculadoras y otros tantos consultores están disponibles para ayudar con estos cálculos.
- Establecer objetivos de reducción. El Centro de la EPA para el Liderazgo Climático Corporativo ha reunido una serie de mejores prácticas para desarrollar y rastrear objetivos.
- Tomar medidas para reducir las emisiones de carbono. Para el transporte terrestre, las reducciones pueden ocurrir a través de una conducción más eficiente, el uso de gestión inteligente de flotas, el uso de nuevos combustibles, la centralización de plataformas logísticas, la planificación de rutas y el uso de vehículos eléctricos (EV). Estas acciones brindan recompensas al reducir las emisiones, información que luego se puede comunicar a las partes interesadas.
Un servicio de entrega respetuoso con el medio ambiente es un componente clave de una estrategia logística corporativa. Es cierto que la logística ecológica requiere nuevas inversiones y prácticas modificadas. Pero dado el cambio de preferencias de los consumidores y la mayor participación de los reguladores, las empresas que no modifican sus operaciones corren el riesgo de convertirse en fósiles.